/ Gabriel Salinas
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El universo en tus manos |
Podríamos calificar la obra del talentoso y prolífico artista
chuquisaqueño, Andrés Kaliman, como un cultor de una especie de expresionismo onírico,
si vale término, a cargo de una licencia poética. Ya que nuestro estimado “Kali”,
como le conocemos quienes le quieren, tiene a una de las marcas indelebles de
su mundo poético, en los escenarios, ambientes o atmósferas en que sus cuadros
discurren con su propia voz de gamas cromáticas muy propias de él. Esos
escenarios que parecen una ventana al universo plasmado en colores quebrados,
de una serie cromática equilibrada entre lo frío y lo cálido, que le dan una
resolución armónica envidiable, en su juego con las figuras centrales
superpuestas, que muchas veces parecen flotar en esas atmósferas, con un
contrapunto de colorimetría, cuando menos lúcido, para redondear la
composición. De ahí lo onírico de nuestra propuesta para ver la obra de este artista,
y lo expresionista por los colores encendidos que maneja con timidez en
entornos que los opacan, como si los oprimieran a ser la luz de una estrella en
la galaxia del color que es la paleta de un pintor.
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Depresión |
Veamos entonces cómo procede Kaliman en dos piezas que
estructuralmente podríamos equiparar en términos compositivos, la una sería “Depresión” y la otra “Universo en tus manos”, ambas
transcurren en esos fondos oníricos antes descritos, pero el aspecto psicológico
que se quiere representar marca diferencias fundamentales, mientras que en la
segunda obra se ve a una silueta humana sosteniendo un libro, en un entorno
vibrante de colores chispeantes, transmitiendo una sensación de alegre fascinación por la vastedad de las
posibilidades de la luz, representada con colores que podríamos llamar tibios,
como un gesto sintagmático estructural de equilibrio, que en términos
psicológicos se podría acusar de placidez; pero en el caso de “Depresión”, se ve una silueta en posición fetal,
flotando entre diversos flujos que literalmente se chorrean desde la parte
superior de la obra, en dirección a la figura afligida, cuya fuerza
gravitacional, parece atraer estos derrames de colores cálidos apagados,
quebrados, como si fueran a confluir en ese yo atormentado, que representa la
silueta desvalida ante estos espectros que le rodean a modo de acecho, como ya
dijimos la estela cálida apagada que se desprende desde la parte superior, y la
neblina vaporosa de colores fríos que se mueven a la altura del personaje.
Ahora podemos comprobar lo onírico y expresionista que resulta Kaliman en su
propuesta, con tan solo estos dos ejemplos, pero veamos alguno más.
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El tiempo |
Veamos la pieza “El tiempo”, significante que nos prefigura
una alegoría a esta dimensión de la vida real, y así lo hace el “Kali”, en esta
oportunidad trabajando menos con aspectos psicológicos que iconográficos, en un
estilo resuelto que se agradece de sobremanera, pues diluye lo cursi que pueden
resultar algunas iconografías empleadas de modo irreflexivo. Pero este no es el
caso de Kaliman, ni siquiera la tautológica representación de un reloj para
hablar del tiempo se encuentra mal situada, ya que se ostenta simbólicamente
en el corazón de un ser dividido en dos, por un lado una sustancia plasmada por
una gama cromática melódica de paleta grisácea, y por otro, un flujo ardiente
compuesto por colores luz saturados, como una metáfora a la eterna vitalidad
del tiempo y su otra cara el frío cálculo de su paso, que configura el rostro
del ser, en tanto lo formal, se encuentra en el marco de lo cuantificable,
mientras que lo vital se encuentra en el pecho, típico refugio semiótico de las
emociones. Aunque existen otros elementos que sería interesante destacar, solo
nos referiremos al fondo estelar, que remite al cosmos, el espacio, la
dimensión que como descubrió Einstein es la otra cara de un mismo fenómeno que
es el tiempo, y de este modo se plasma con una paleta parecida a la del primer
cuadro que analizamos. Estas son las claves de la obra de Kaliman que no agotan
ni la punta de su potencial expresivo, pero que nos sirven como guías acaso innecesarias
para aproximarnos a su obra.