Poesía: Dos colaboraciones enormes Averanga y Callapa leen mis textos

/ Gabriel Salinas




Quietud


La energía fluye,
musical, en ociosa distensión,
el ritmo letárgico.

Resuena un vértigo tímido
que esconde tempestades y tormentos.

Poco a poco arremete la agitación,
las corrientes electrizadas trepan a la cabeza,
y estalla la marea inquieta del espíritu.

La paciencia, quebrada,
hija bastarda del caos,
se desploma.

Los espejos rotos y su reflejo
deslizan su terrible destello hiriente
que mutila el alma y la mirada.
Esos fragmentos durmientes
aguardan con tranquilidad cortante.

El silencio fugitivo,
consiente la mirada perdida, en nuevas pesadillas.


O también puedes escucharlo en la voz del master Daniel Averanga Montiel y su arreglo sonoro a está lectura





Escribir por escribir


Demasiado profundo es demasiado oscuro.

Roces ciegos despiertan dolores adormecidos.
Tempestades que recostadas yacían inconscientes,
ebrias de soledad penumbrosa, reaccionan malheridas.

La banalidad de escribir por escribir
es un mal negocio para el alma,
y un buen recurso para vomitar sinceridad.

Diseccionar el desparpajo
para dejar algo en el papel,
tiene la gracia de un payaso triste.

La metáfora de una sierra rota de dientes oxidados,
ostenta la frustración contenida en lo más hondo.

Dolorosa monstruosidad domesticada por la negación,
está harta de gritar que no hay salida.

Demasiado profundo es demasiado.

Por eso, escribir por escribir, es la forma de aprender
a economizar el diálogo con los fantasmas que guardamos.



O escucha este poema leído por el gran Fabricio Callapa