Artículo: Apuntes sobre el jazz y los efectos culturales del proceso histórico de modernización desarrollado en el siglo XX en Bolivia

/ Gabriel Salinas /






En nuestra vida cotidiana la expresión -reproducir música- tiene una connotación bien específica, a saber, se trata de utilizar un reproductor de música. Sea un mp3, un tocadiscos, o inclusive aun, una computadora, son los aparatos tecnológicos donde se reproduce la música. Sin embargo, reflexionando un poco sobre las palabras mismas que componen esa breve expresión (reproducir música) es posible extender nuestra mirada hasta ver su significado en una nueva dimensión. Quizá siguiendo un poco a Heidegger o Derrida en la forma cómo estos filósofos ponen un fuerte énfasis en el lenguaje, lo que los lleva a ensayar especulaciones reveladoras respecto de lo que pueden representar las palabras (que refiriéndose a cosas muy diferentes en el contexto de su utilización, pueden también decirnos mucho sobre un mismo fenómeno, si se les presta debida atención a las relaciones latentes entre sus significados y referentes). Pienso por ejemplo en que -reproducir música- puede referir también al proceso de reproducción cultural de la música, y esto no es nada descabellado, en realidad creo que ambos significados siempre estuvieron presentes aunque son desplegados a distintos niveles de la conciencia; la reproducción cultural de la música en la actualidad es una función muy obvia e internalizada de la acción de reproducir música en un mp3; a veces sin embargo, descubrir esos sentidos subyacentes, y que hemos relegado a un segundo plano de nuestra conciencia, deben considerarse nuevamente en tanto nos informan del proceso histórico y cultural que atravesamos.

Continuando en esta línea de reflexión, casi inmediatamente nos encontramos frente a la constatación lógica de que gran parte de la reproducción cultural de la música, depende hoy en día de las posibilidades que nos brinda la tecnología electrónica de la comunicación, desde la circulación hasta la reproducción propiamente entendida como lo hicimos al iniciar este texto, la tecnología es un espacio de socialización de la producción musical muy importante en el mundo contemporáneo, y ya desde sus inicios se trata de un fenómeno transformador de la forma en que la música se va a concebir en la sociedad. Los medios tecnológicos modernos abren un espacio de convocatoria masiva a oyentes (o consumidores del arte musical) que no podían llegar a las salas de concierto, pensemos por ejemplo en la experiencia de la radio en nuestro país, que ya en 1933, a partir de emisoras pioneras como Radio Illimani, es que se puede hablar de la introducción de nuestra sociedad a las formas de reproducción cultural dependientes de la tecnología electrónica, éste no es un hecho menor, ya que se trata de una forma de reproducción cultural significativamente propia de la modernidad. Por un lado la experiencia resultante del contacto con las emisoras radiales, permite en su momento difundir un tipo de producción musical boliviana como símbolo de identificación del proyecto nacional que se estaba formulando en el periodo anterior a la revolución del 52; por otro lado, así como se socializa una tradición musical propia (la música nacional), la tecnología de la comunicación nos permite participar del incipiente proceso globalizador de la modernidad, es decir a partir de entonces se puede entrar en contacto con otras tradiciones musicales, sin necesidad de que vengan los propios músicos a interpretar su arte en una restringida sala de concierto.

De ese modo llega el jazz a nuestro país, ya que el jazz como todas las vanguardias artísticas del siglo XX, le deben su emergencia al proceso mundial de la modernidad. Según nos lo ha relatado en diversos espacios de difusión, Jonnhy Gonzalez el precursor del género en Bolivia, habría entablado el vínculo con esa música de latitudes lejanas en el espacio pero cercanas en el tiempo, a partir de los registros musicales que llegaban en discos de vinilo para ser "reproducidos", esto le permitió conocer el jazz y apropiarse de su lenguaje musical para convertirse luego en el primer jazzista boliviano. Años después, González grabará "Los tres pilares del jazz boliviano", un álbum extenso que marca el inicio de la producción jazzsística en Bolivia a nivel discográfico, pero que nos parece más importante en un sentido diferente, ya que se trata de un fenómeno notable respecto a los procesos culturales. El jazz es un lenguaje artístico, cuando los músicos bolivianos lo aprendieron, lo hicieron suyo, es decir, el jazz como expresión cultural, no podía ser simplemente cosificada y tomada en calidad de préstamo, el jazz es un arte del mundo moderno, que trasciende las fronteras de su origen histórico, y es irremediablemente propiedad del artista que lo produce, en el caso de la grabación de 1968 de González y su cuarteto, tenemos a un gran ejemplo, donde se escucha la matriz be-bop legada por el mismo Bird, pero creativamente planteada alrededor de melodías e instrumentos andinos, lo que nos permite apreciar la primera producción de este tipo de música en Bolivia, pero al mismo tiempo, la apropiación que nuestra música hace de los lenguajes artísticos contemporáneos.

De repente las distancias espaciales se empiezan a reducir, y la proximidad temporal prevalece. De repente en Bolivia a finales del 60 se ha producido un primer disco de jazz, pero ese disco es parte de una vanguardia floreciente en el mundo, que luego será denominada por la crítica especializada como "jazz fusión". De repente, la reproducción de la cultura en el mundo moderno tiene ese efecto globalizante, y aunque no nos es tan evidente, es un proceso del que participamos todos de manera activa.

Ahora quisiéramos dirigir nuestra atención sobre el tema del jazz en Bolivia, a la perspectiva más amplia de la historia del arte en el siglo XX, ya que la radio o los discos de vinilo, corresponden al fenómeno moderno que Walter Benjamin analiza en su conocido ensayo sobre "La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica" de 1936; a saber, las reflexiones del filósofo alemán apuntan a que justamente los medios tecnológicos de circulación masiva de la información, constituyen la base de la transformación fundamental que sufrirán las formas posteriores de la producción artística en el siglo XX, esto traería como consecuencia la "desauratización" de la obra de arte moderno, un fenómeno complejo del cual nos interesa por ahora, aquello que el crítico de arte contemporáneo Boris Groys va a resumir como: "La pérdida del aura fue descrita por Benjamin como la pérdida del contexto fijo, constante y reconfirmable de una obra de arte. De acuerdo con Benjamin, en nuestra época la obra de arte deja su contexto original y comienza a circular anónimamente en las redes de reproducción y distribución de las comunicaciones de masas" (Antinomies of art and culture, 2008).


Como podemos ver, por lo menos del modo en que hemos venido tratando el tema del jazz en Bolivia, la tesis de Benjamin se confirma plenamente, no obstante debemos reconocer la amplitud de la dinámica de este proceso, donde la difusión masiva de la estética musical jazzística que posibilitaron los medios de comunicación, permite al mismo tiempo, generar las condiciones para una apropiación igualmente masiva de esta nueva música (que florece al paso del proceso de la modernidad y del mismo siglo XX). De este modo podríamos decir, la obra de arte jazzistica que pierde su contexto fijo bajo efectos de las condiciones tecnológicas de la vida moderna, llega a Bolivia y, parafraseando a B. Groys, sucede el fenómeno de "relocalización de la obra de arte", por supuesto, sabemos que el jazz es un lenguaje artístico y no una obra de arte en sí misma, pero creemos apropiada la terminología de B. Groys por el sentido fundamental de "contextualización" que aporta para comprender el proceso de apropiación de la estética jazzística en la cultura boliviana; como ya hemos dicho, desde el primer disco de jazz que se graba en Bolivia, vamos a encontrarnos no con una interpretación canónica del Be Bop de Parker, si no, por el contrario, con una reinterpretación del jazz que se enriquece por la estética musical boliviana, como si se tratara literalmente de una contextualización, el empleo de instrumentos de viento andinos y temas del acervo popular boliviano se unen al arte de improvisar, y confluyen en "Los tres pilares del Jazz Boliviano" donde se encuentran temas como "Waka Tokori", "Cunumicita" o "Auqui Auqui" (quizá el primer standard del jazz boliviano), que podrían equipararse formalmente a las experiencias de Shakti en su fusión de música hindú y el jazz, que se realizan casi paralelamente en un rango temporal, al experimento de Johnny González y su cuarteto sugerentemente denominado "Jazz a 4000 metros de altura".


Hoy en Bolivia la producción de jazz ya ha dejado de ser una práctica cultural casi solitaria como lo fue a un principio, desde aquel primer festival de jazz de 1968 hasta los "Festijazz" de los últimos años, se puede constatar un amplio desarrollo de audiencias entusiastas y de músicos profesionales que se presentan regularmente y graban en todo tipo de formaciones. Si bien el jazz al paso del siglo XX no se ha despojado de su identidad como lenguaje artístico y musical diferenciado, el contacto con diversas culturas como es el caso que venimos tratando, han sentado una proceso dinámico donde las sociedades que se han apropiado del jazz, lo han llevado a nuevos horizontes, es decir, en el contexto boliviano las referencias a nuestra identidad se han vuelto parte de la producción del jazz contemporáneo, y han dejado un trayecto que va desde ese primer cuarteto de González, hasta las monumentales grabaciones de la Bolivian Jazz en lo que ahora se conoce como Jazz Andino, donde encontramos por ejemplo, grabaciones como las recopiladas en el disco "Coca" de 1996 que recogen entre otras piezas las "Variaciones sobre El Cóndor Pasa", y la extensa obra en tres partes "Coca, Lucidez, Hombre y Tierra" que aborda quizá al estilo del poema sinfónico, tres imágenes en alusión a la cultura del consumo tradicional del estimulante natural de la hoja de coca.